domingo, 28 de octubre de 2012

Actualidad




Este pasado 13 de abril se cumplieron 180 años del nacimiento de uno de los pensadores más lúcidos que haya tenido el Ecuador: Juan Montalvo.

Autodidacta, diplomático y lector voraz, su amor por la libertad lo llevó al destierro por sus ideas contra los despotismos y abusos del poder.

En la obra cumbre ‘Los Siete Tratados’, dijo: “la libertad de pensar, de hablar, trabajar, aprender y enseñar, la libertad de raciocinio va derechamente a la libertad de conciencia. Libertad de pensar es libertad de leer, contra la esclavitud del espíritu, esa donde la razón se halla presa, el discurso natural con grilletes. La libertad de pensar sin libertad de hablar no existe”. Montalvo defendió ardorosamente lo que se llamaba libertad de imprenta.

El Ecuador vive hoy sin clara división de poderes e independencia, algo que para Montalvo era indispensable: “En una buena democracia los poderes han de estar bien distribuidos; el Legislativo, el Ejecutivo, el Judicial, rueda cada uno en su órbita respectiva, sus jurisdicciones se tocan, pero jamás se confunden: si el uno quiere conquistar algo, si pone el pie en el territorio de los otros, piérdase el equilibrio, tambalea la máquina, se desquicia y cae desbaratada”.

Cuando con la Ley de Comunicación se busca controlar a la prensa vale recordar la palabra del gran Montalvo.
FRASES DE MONTALVO

 

Sobre la actualidad

Oscura está la tierra, oigo un tropel inmenso a la distancia; miro hacia abajo, y descubro un abismo imponderable. ¿Qué es? ¿Quiénes se encaminan hacia él? Vendados los ojos, mal seguro el paso, una desati­nada muchedumbre se adelanta. Tras ella viene a saltos un fantasma gigantesco, y la empuja, y le grita des­aforadamente a los oídos. Son un pueblo esclavo y su tirano: pueblo sin luz que rueda entre sombra, pueblo sin voz que corre mudo, pueblo sin voluntad que obedece aún para su destrucción. Si ese pueblo hubiera visto, huyera de la sima; si hubiera hablado, se entendieran para su defensa; si hubiera querido, se salvara: ni vio, ni habló, ni quiso; se perdió.

* El Cosmopolita

Si me pregunta cuál es el prurito que vuelve más vicioso y criminal a un gobernante, yo responderé que el abuso de las leyes. Leyes son los vínculos de la sociedad humana con los cuales viven los hombres formando un solo cuerpo, sujetos a unos mismos deberes, agraciados con unos mismos fueros. El que viola el código de esas reglas en provecho de sus orgullos, sus vanidades o sus iras, es impío que da un corte en el santo nudo que encierra los misterios de las naciones, y rompe el símbolo de la felicidad del pueblo.

* Las Catilinarias

 

Sobre las libertades

 

•La libertad del pensamiento ha constituido siempre la libertad política; y estas dos libertades por ma­ravilla no habrán traído consigo la libertad civil, grupo adorable y seductor como el de las tres Gracias. A medida que el absolutismo toma pie las tres libertades se separan: cuando descuella con todas sus fuerzas, cuando oprime con cien brazos, como dice Montesquieu, no deja sombra de ellas, bórranse, destrúyense, el lienzo queda limpio para recibir la imagen del tirano.

* El Cosmopolita

• El que eche por la senda de la tiranía, impida las sociedades, conculque el derecho de reunión: los que se resignen a la esclavitud, dejen de reunirse, vivan aislados, o reúnanse mezquinos para matar el alma y el tiempo en miserables distracciones. Si juegas mientras te remachan los grillos, ¿con qué derecho te llamas ciudadano? Los dignos de libertad bregan hasta el último instante por defenderla; y si a pesar de su ahínco la perdieron, viven para recobrarla algún día, viven pensativos y angustiados, y solo les anima la esperanza; y si la pierden también, su alma está triste hasta la muerte.

* El Cosmopolita

Sobre el abuso del poder

 

• ¿Es por ventura este despotismo ilustrado el de la América del Sur? No, visto que la opinión pública ni el concepto de las naciones no entran para nada en el entender de los que gobiernan como canes de Tartaria.

* El Cosmopolita

• El despotismo es solitario y feroz como el tigre: los esclavos caminan taciturnos, y unidos solamente por las cadenas. Supongamos una familia donde el padre, hombre cerril y de broncas afecciones, prohibiese la comunicación entre los miembros de esa familia; que castigase luego la junta de dos o tres, y que cada uno permaneciese en su puesto, separados unos de otros, sin poder convenirse en lo perteneciente a las como­didades de la vida. ¿Sería ese un padre a un tirano? Pues la nación es una familia, familia vasta y difundida en una gran porción de territorio: prohibir, perseguir la reunión, la comunicación de esos miembros, es buenamente anular un derecho, oponerse al cumplimiento de un deber, ahogar una santa efervescencia de la cual pudieran surgir maravillosos específicos para los males de la sociedad humana.

* El Cosmopolita

 

Sobre el pueblo

•¿Estáis satisfechos y contentos, ciudadanos? Una voz colectiva e inmensa dice: ¡No! ¿Estáis satisfechos y con­tentos, gobernantes? Una voz apegada y miserable dice por ahí: ¡Sí! Pero la vibrante y sonora, la que entraña la verdad y opera el convencimiento, dice: ¡No! Y esa viene de Dios, amigos míos, porque cuando habla la concien­cia, Dios habla; y cuando se calla Dios, se calla la conciencia. Dios está queriendo callarse para vosotros.

* El Cosmopolita

• El hombre sin prudencia está a punto de perderse a cada instante; el pueblo sin prudencia está de conti­nuo desplomado hacia un abismo, si es que ya no gime adentro bregando con los monstruos de la oscuridad.

* El Cosmopolita

 

Biografía


Juan Montalvo

 
Juan María Montalvo Fiallos nació en Ambato, Ecuador el 13 de abril de 1832, fue un ensayista y novelista ecuatoriano.

 
Su padre, don Marcos Montalvo se dedicaba a los negocios ambulantes. En Quinchicoto, cerca de Ambato, conoció a doña Isabel Villacreses de Fiallos, con quien se casó el 20 de enero de 1811. La pareja tras un tiempo se domicilió en Ambato, ciudad en la que don Marcos llegó a destacarse. Tuvo siete hermanos: Francisco, Francisco Javier, Mariano, Alegría, Rosa, Juana e Isabel. Su niñez transcurrió no sólo en su casa, sino también en la cercana quinta de Ficoa.
 
Vivió apasionadamente la política de partidos de su país, y su pensamiento liberal estaba fuertemente marcado por el anticlericalismo y la oposición a los dictadores Gabriel García Moreno e Ignacio de Veintemilla.

Luego de la publicación de la revista El Cosmopolita, por medio de la cual criticaba a la dictadura de García Moreno, Montalvo viajó a Colombia, donde escribió gran parte del resto de su obra. Uno de sus libros más conocidos es Las Catilinarias, publicado en 1880. Entre sus ensayos destacan Siete tratados (1882) y Geometría Moral (póstumo, 1902). También escribió una secuela de Don Quijote de la Mancha, llamada Capítulos que se le olvidaron a Cervantes.

 

Murió a causa de una pleuresía en París. Su cuerpo fue embalsamado y se expone en un mausoleo construido en su ciudad natal, en Ecuador.
 
La colonia ecuatoriana costeó sus funerales que fueron solemnes y en la iglesia de San Francisco de Sales. Durante el régimen liberal se repatriaron sus restos embalsamados a Guayaquil, y el 12 de julio de 1889 fueron enterrados en el cementerio de la ciudad, donde permaneció hasta el 10 de abril de 1932. Al día siguiente de su exhumación se trasladaron a Ambato.